lunes, 28 de septiembre de 2009

Ella despidió a su amor, el partió en un barco en el muelle de san Blás. El juró que volvería y empapada en llanto ella juró que esperaría. Miles de lunas pasaron y ella siempre estaba en el muelle esperando. Muchas tardes se anidaron, se anidaron en su pelo y en sus labios. Llevaba el mismo vestido, y por si él volviera no se fuera a equivocar. Los cangrejos le mordían su ropaje, su tristeza y su ilusión. Y el tiempo se escurrió, y sus ojos se le llenaron de amaneceres. Y del mar se enamoró, y su cuerpo se enraizó en el muelle. Su cabello se blanqueó, pero ningún barco a su amor le devolvía. Y en el pueblo le decían, le decían la loca del muelle de san Blás. Una tarde de abril la intentaron trasladar al manicomio. Nadie la pudo arrancar, y del mar nunca jamás la separaron.

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