lunes, 21 de septiembre de 2009

Sabíamos no decirnos nada, conservando en apariencia una amistad consolidada. Sabíamos no exigirnos mucho, hola, ¿qué hacés?, convidame un pucho, que me tenés abandonada. Vos con tu mochila a cuestas, yo con la excusa perfecta para charlar de pavadas. Nos hizo un guiño san telmo, un poco de humo en el medio, y enloquecieron las miradas. Un umbral perdido, y aquel bar medio vacío como único testigo. Brindamos por el olvido, y el espíritu del vinose fue haciendo nuestro amigo. Con el corazón en llanta, nada mejor que tu lengua, abrigando mi garganta.

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