miércoles, 2 de diciembre de 2009

Escribimos nuestra vida a nuestra forma, como podemos. Y lo escrito una vez escrito ya no se borra, y no hay posibilidad de dejar hojas en blanco que permitan un descanso. Escribimos cada cosa que hacemos, sentimos, y pensamos. Sin siquiera enterarnos, aprendimos a mojar esa pluma con tinta y sin saber con lo que nos enfrentaríamos, nos armamos de valor y decidimos empezar a escribir.
Tenemos nuestro mundo, tenemos nuestra forma de ver, de sentir, de pensar, de gritar; tenemos nuestros momentos de sensatez y de desvarío. Nuestra historia nos condicionó, nos condiciona todos los días; nos hizo ser lo que somos hoy, nos hace ser ésto que somos: seres en constante cambio.

¿Somos siempre puramente nosotros?, ¿realmente tenemos una escencia?, ¿o somos solo cambios, nada en particular? nada definido
¿Qué queremos, qué buscamos? ¿por qué estamos?, ¿por qué seguimos? ¿por qué, aún sobrepasados, no optamos por rendirnos?
Tantas preguntas, no hay respuestas, y así se pasa la vida.

Qué complicado el hombre como ser pensante, siempre buscando esas respuestas donde no hacen falta; invirtiendo tiempo, energía, en torpes excusas que retrasan el paso o directamente prohíben acceder a caminos de felicidad… a verdaderos caminos de alegría, sin mentiras, sin torpezas; sin trampas.

Donde lo artificial no existe, donde somos solo nosotros, libres, desnudos y mostramos y queremos y conseguimos; y no hay miedos, no hay temores, no hay vergüenza porque somos lo que somos y de nada nos privamos, y sin necesidad ni intención de herir, ni de sacar, ni de ganarle a alguien más para sentirnos un poco más agusto con nosotros mismos. Y qué lindo sería tanta libertad-

No hay comentarios:

Publicar un comentario